lunes, 9 de julio de 2007

Según las últimas estadísticas un 75% de los matrimonios terminan en divorcio por acá, por la tierra de Quevedo. Yo, persona de principios castos y antiguos, me pregunto la razón por la que esta ocurriendo todo esto, porqué en algunas estadísticas con un sentido más o menos universal siempre estamos a la cola. Posiblemente todo se haya hecho demasiado fácil. Es más fácil no hablar ni resolver los problemas que hacerlo. Es más fácil guardarnos nuestras cosas sin confiar en nadie que compartir todo cuanto nos preocupa. Nadie aguanta a nadie, y yo acostumbrado a esas parejas que se quieren hasta el último día me pregunto de dónde nace tanto egoismo y odio, y cuando estos sentimientos negativos sustituyen a otros como el querer y el compartir. Ya se que desde hace algunos años no estamos criando un buen rebaño y que cada año las ovejas son menos aptas y maduras para afrontar las duras pruebas a la que nos somete la vida, pero aún así creo que todo el mundo necesita creer en algo, querer a alguien y sobretodo sentirse querido y apreciado por los demás. Pero ahora un matrimonio no es más que una sociedad compuesta por dos personas físicas para afrontar el pago de créditos e hipotecas a entidades usureras. Esa sociedad sólo se reune en sesión extraordinaria para poder tratar y estudiar temas tales como los recibos a pagar y estudiar siempre las posibilidades existentes para no incurrir en bancarrota. Obviamente esto cansa a cualquiera, y en temas como la pareja siempre ha de existir tiempo para hablar sobre otras cosas, otros asuntos propios, mejores, infinitamente más interesantes y positivos para el alma. Pero eso no existe, nada existe. La gente sólo se ve tras venir cabreado después de una dura jornada laboral en un trabajo no cualíficado ni valorado. Pero no ocurre nada, o al menos esa es la impresión que nos da el telediario cuando vemos irónicamente lo felices que somos si nos comparamos con la situación de miseria de otros paises. Pero eso no nos importa, es más nos cabrea, puesto que después ves en las noticias nacionales que en el debate sobre el estado de la nación un personaje se atreve a decir que la situación en España es buena, que los problemas de vivienda han mejorado y que el empleo precario ha sido eliminado. Hay gente que se lo traga, pero yo por supuesto que no me lo trago. Piensas que no es justo tener que devolver un prestamo a una entidad cuyos ejecutivos jamás van a tener tu problema, jamás van a pensar como decir a sus hijos que esa semana no pueden ir al parque de atracciones ni van a pasarlo mal para pagar la hipoteca sobre el chalet en Pozuelo. Entonces es cuando te dan ganas de hacer un corte de mangas a todo, al cielo y al infierno y desear que venga una nave extraterrestre, te abduzca y te aleje de esa vida tipo marca El Corte Inglés.
Si, hubo un momento en que quisiste a la otra persona, pero todo lo que sentíste se ha convertido en Euros, en tipos de interes y en malas palabras hacia tu jefe. Entonces es eso en lo que se convierte tu vida, odiar a tus padres por haberte mostrado algo tan decadente que ya no nos deja ni ser humanos. Pero tranquilo, que después de luchar contra todo eso descubres que no eres nadie al no poner a tus hijos el Disney Channel o llevar un Chevrolet coreano en vez de un Volvo. Total, la vida no es cariño invertido, sino dinero invertido. Al divorciarte en lo unico que tienes que pensar no es que si ha sido un fracaso amoroso, sino si te ha sido rentable el tiempo invertio para el capital ganado por los bienes ganaciales. Mal negocio.

Un 75% de divorcios. Ya nos vale.