jueves, 22 de noviembre de 2007

Una reflexión pendiente

Hace algo más de un año finalizó una pequeña etapa de mi vida. Con la vista puesta en el tiempo, recordando ahora esos momentos, tan solo puedo alegrarme de que todo cambiase.

Pertenecí durante un tiempo como voluntario en un equipo de rescate y salvamento de mi municipio. La verdad, pasé muy buenos momentos aprendiendo y compartiendo una ilusión con otras personas, pero la percepción poco a poco cambia, y lo que antes podía ser medio tolerable, se convierte en intolerable. Lo que antes era diversión se tornaba en sacrificio.

Entonces es cuando piensas: ¿De que sirve todo esto? Y la respuesta te llega sola. De nada. Al final no te has llevado nada de ahí, ya que los recuerdos están manchados por otros recuerdos, por otros momentos y por otras historias que en el fondo poco o nada tenían que ver con ayudar a la gente.

En el fondo eramos una especie de “boy-scout”, un grupo de amigos con una ilusión, el ser cada día más grandes. No era más que papel mojado, mentiras que nos mantenían unidos mientras construiamos el más inestable de los castillos de naipes.

Puede que yo fuera el primero en caer, en el fondo no era más que un patán prescindible (observándome desde el tiempo transcurrido), pero poco a poco las leyes físicas hacen su trabajo y todo termina de caer por su propio peso. Puede que en esa época fuese más inconsciente que ahora, que mí resignación y al mismo tiempo mi furia me hiciesen meter la pata, escusa valida como cualquier otra para que después de todo te mostrasen la puerta.

Y fue una época bastante importante en mi vida, una época patética en la que deje que toda mi vida girase en torno a la nada, al vacio, a la práctica inexistencia. Pero las cosas cambiaron, había personas que me ayudaron a ver que había otras cosas, otras posibilidades, otras barajas que jugar. Al final te pegas el tortazo, pero inexplicablemente algo en tu interior hace que te sientas libre y feliz, algo te dice que ese es el primer día del resto de tú vida.

Y era algo impensable para mí el pensar así poco antes de darme el tortazo o cometer el error (debí haberlo publicado con otro pseudónimo), pero todo el mundo (incluido yo) se termina cansando de muchas cosas, de aguantar mucha mecha y lo que es peor de haberte prestado a ello a sabiendas de que tan sólo te estaban utilizando. Contuve demasiado como para poder aguantarlo un minuto más, y claro, todo salió en forma de blog. No es la forma más valiente, ni la más moral quizás, puede que jamás debiera haber escrito eso, pero en ese momento era incapaz de enfrentarme a según que situaciones y me sirvió para descargar demasiadas frustraciones contenidas. Y sí, me quede más ancho que largo como reza el dicho popular.

Ahora desde la distancia, desde la tristeza de no haber sabido conservar algunas de las amistades que un día tuve allí, veo las cosas con indiferencia. Sí, puede que algún sábado añore un paseo en todoterreno por el campo, o esos momentos divertidos que pasé, que añore a algunos sentimientos o todavía me sienta parte del grupo en algunos momentos, pero también puedo decir que puede que durante ese tiempo dejase escapar demasiadas oportunidades, que de alguna forma me sintiese preso o responsable para según que decisiones. Algo enfermizo e inverosímil, no obstante.

La verdad es que me arrepiento de pocas cosas, pero lamento otras muchas. No me arrepiento por ejemplo de haber dedicado tres años y medio de mi vida y muchas horas de trabajo no remunerado a una labor social. Eso ya es mucho más de lo que hace el resto de la sociedad por sí misma, por hacer de este un lugar mejor. No me arrepiento de los buenos momentos vividos, de la experiencia que he sacado de ahí y que ahora me hace conocer materias que antes desconocía. Pero todo eso igualmente se ve empañado, se ve asociado a otras cosas. No es algo que me quite el sueño, la verdad, pero te hace sentir cierta incomodidad. Y como he dicho, lamento otras cosas, entre otras haberme ido dolido por la puerta de atrás. Puede que esto último me lo hubiese ganado a pulso, pero en modo alguno me gané ciertas puñaladas traperas disfrazadas con una sonrisa o las amenazas.

Reiteró que todo ahora me da un poco igual, se que son momentos que quedarán ahí, en tu retina recordandote que ahora debes ser otra persona, una persona más fuerte y más segura de sí misma, o incluso, más egoísta. De todas formas ahí queda ese morbillo y esa media sonrisa al verlos de nuevo por ahí en danza. También continua ese irresistible impulso de mirar cuando ves una sirena, pero se dice que la cabra tira al monte y es que pese a todo algo de mí se quedo allí el día que me fui.

Así es la vida, unas veces más justa y otras veces más injusta. Duele darte cuenta de ello a base de decepciones de las que en mi caso, nunca he terminado de aprender. Hay momentos mios que no dejaré que se empañen por nada, permanecen incorruptibles y los guardo para mí. En cambio otros momentos bien que pueden empañarse y llenarse del polvo que deja los años sobre ellos, ya que esa es la única forma de aprender aunque sea un poquito.

Y no lo se, actualmente tengo muchas cosas que cambiar, muchas cosas que mejorar, muchas cosas que estudiar y muchas cosas que encontrar, pero estoy contento ya que de aquellos tiempos he sacado una lección que espero me sirva el resto de mi vida.

Como apunte final no me gustaría dejar en el aire que el ser voluntario en realidad no merece la pena. Si la merece, y mucho. Evidentemente un grupo de voluntarios no se trata de otra cosa que pequeña porción de la sociedad, y por lo tanto te puedes encontrar de todo, no necesariamente gente comprometida, pero al final tú eres tú y lo que haces es lo que te llevas. Es realmente instructivo ver que con un simple “gracias” te sientas más que pagado y agradecido por la labor que estas llevando a cabo. Es muy gratificante ver que hay gente que agradece una pequeña labor tuya. También hay gente injusta, como en todos los sitios, lamentablemente los humanos somos así; pero aunque solo sea por la sonrisa de una persona o por sentirte contento con el granito de arena que has aportado, todo lo demás pasa a un segundo plano.

Sabores de la España actual.

Me llama la atención las ecuaciones que hace la gente desde la más absoluta ignorancia. Para ellos, lo que digan en las noticias o lo que se nos venda desde los medios de comunicación va a misa. Si a eso le añadimos las leyendas urbanas propias de la “España Cañí”, solo podemos decir que los españoles vivimos en un estado de atontamiento masivo bastante preocupante.

Lo estoy leyendo todos los días en los medios de comunicación, esos medios que están llenos de miseria desde el día que decidieron que sería divertido que la gente pudiese comentar debajo de las noticias. Entonces según el tema que sea, esa ecuación es una u otra, aunque en ocasiones la respuesta suele ser invariablemente la misma. En serio, puedes leer una noticia sobre el espacio y leer un comentario que diga “La culpa es de ZP”. Como ese ejemplo miles. Después tenemos lo de siempre, si la noticia versa sobre el cambio climático unos creerán que ese fenómeno es preocupante y otros se irritan (como es mi caso) leyendo como puede ser la gente tan borrega, pero invariablemente siempre habrá un comentario “chorra” que sin venir a cuento se acuerde de Rajoy y su primo. Y digo yo: ¿Merece la pena rellenar los formularios para poder postear si sólo va a decir “eso”?

Sabemos que Internet esta todo lleno de trolls y de gente que se aburre en su casa cuando nadie le hace caso. ¿Y que mejor que hacerse notar quedando como un auténtico gilipollas?

Pero no es solo eso, no son solo los comentarios a las noticias sesgadas en un periódico digital. Es la cultura popular en sí misma. Podemos decir cualquier palabra, y cualquier alma cristiana únicamente se le vendrá a la cabeza un concepto para dicha palabra. Por ejemplo podemos decir “dibujos animados” y cualquier ignorante te dirá “niños”. Energía nuclear – Chernobyl. Juegos de Rol – Asesinos. Otaku – Gilipollas. Videojuegos – Violencia. De derechas- fachas. De izquierdas – rojos. Políticos – ladrones. Y como este innumerables ejemplos de nuestro vergonzoso aborregamiento.

No sólo somos ignorantes que nos regodeamos de ello. Nos atrevemos a opinar sobre un tema concreto sin tener ni idea de nada. Ni siquiera una base, y no solo hacemos eso que nos mostramos orgullosos de nuestra ignorancia escribiendo payasadas para que los demás las lean (empezando por un servidor).

Lo siento, al final me veo como Larra. Da verdadero asco ser peregrino en una tierra de infieles. La gente no sabe, ni quiere saber. Y lo que es peor, ni deja. Estas aquí intentando reflexionar acerca del mundo en la actualidad, y lo único que soy capaz de sacar de mi mente son paladas y paladas de mierda. Mierda embarrada con litros de amargor. Mierda que dejo aquí pegada en este blog y que poca gente leera. De todos modos no se preocupen, soy así de gilipollas.