lunes, 15 de octubre de 2007

Y la educación, ¿dónde quedó?

Buenas tardes-noches a todos. Después de tantíiiiisimo tiempo sin pasar por aquí hoy he decidido hacerlo para contar una pequeña reflexión que he "tenido" hoy en el metro. Resulta que al volver de la universidad, a eso de las cinco y pico de la tarde (los lunes y miércoles es cuando más tarde llego a casa), me encontraba yo sentada mirando el "paisaje" a través de la ventana (todos los que hemos viajado en la línea 9, a partir de Puerta de Arganda hacia el Sur el paisaje se compone de una belleza increíble... obras, maleza, más obras, y más maleza... en fin, sarcasmos aparte, sigo con mi relato) mientras escuchaba música cuando, de repente, me he percatado de la presencia de 3 niños entre 8 y 11 años aproximadamente que iban con sus mochilas y acompañados de una mujer adulta. Dos de ellos (el más pequeño y uno de los dos mayores) debían de ser hermanos porque se parecían bastante, y el otro, debía ser amigo del mayor. La mujer adulta supongo que era la mamá de alguno de ellos. Hasta aquí todo normal, ¿verdad? Una mamá que va a recoger a sus hijos y a su amigo que, por lógica, vivirá cerca de ellos, o hay mucha confianza con esa familia. Pero claro, cuando yo voy en el metro mirando el paisaje, no me suelo percatar de la gente que viaja al mismo tiempo que yo (y más, cuando voy escuchando música y pensando en lo mío) si no es por algo que llame mi atención. Pues bien, después de todo este rollo para poneros en situación, voy al grano de la cuestión. Resulta que lo que ha llamado mi atención es que esos niños han empezado a colgarse (literalmente) como monos en el Amazonas de las barras que hay en el metro como si fueran lianas. No hacían más que saltar y agarrarse a ellas para balancearse, saltar para ver quién tocaba el techo, y el más pequeño ha llegado a escalar (literalmente también) la barra que hay en medio del vagón, justo donde las puertas, que va desde el techo hasta el suelo, para así tocar el techo. Claro, después de semejante muestra de... cómo llamarlo... ¿habilidades circenses? ¿restos primitivos que evidencian nuestra descendencia del mono? no sé, llamadlo como queráis... después de este "espectáculo" lo más normal sería que esa mujer "adulta" (ahora cuando sigais leyendo entenderéis por qué lo pongo entre comillas) les regañara y les dijera que eso no se hace, que aunque en ese momento no estuviera el vagón lleno, pueden molestar a la gente, que hay que saber comportarse en los sitios públicos y tener un poquito de respeto tanto por la gente que va en el metro como por los elementos que componen el metro (asientos, barras, etc.) Pues bien, ¿adivináis qué ha hecho la mujer? Ha sacado su maravilloso pintalabios del bolso y se ha pintado los labios al tiempo que le reía las gracias a esos niños no sé si llamarlo "maleducados" o bien, niños sin ningún tipo de modales. Imaginaos la cara que se me queda a mí al ver tal panorama... Por si alguien no lo sabe, estoy estudiando Magisterio de Inglés, para ser maestra de inglés en un cole vamos... Sé que este incidente parece una chorrada, pero si esos niños entre 8 y 11 años aproximadamente ahora se comportan así, cuando tengan 14 años ¿qué van a hacer? ¿Darle patadas a las papeleras? ¿Rayar los cristales? ¿Ir hablando a grito pelado? ¿O gastar "bromas" del tipo "Hay una bomba en el metro"? (esto último ya lo vi hacer a unos gamberros, porque para mí no tienen otro nombre, de unos 16 años en el metro, yendo a trabajar el año pasado cuando estuve dando clases extraescolares en un cole en Rivas, aunque nadie les hizo caso, pero imaginad qué puede suponer decir eso en el Cercanías a las 7 de la mañana un día cualquiera...) Si a esos niños que imitan a sus antepasados los simios no se les corrige ahora, ¿cuándo se les va a corregir? ¿Cuando ya sea demasiado tarde y ande gamberreando por ahí? Nadie nace haciendo gamberradas ni destrozando cosas. Desde mi humilde opinión, esos comportamientos nacen cuando a esos niños no se les regaña a tiempo, ni se les enseña lo que está bien y está mal. Vale que también influye el ambiente social en el que el niño se mueva. Vale que también depende de con quién se junte ese niño. Pero si a ese niño se le enseña desde pequeño a pensar por sí solo, a ser él mismo, a que diferencie lo que está bien de lo que está mal, y todas esas pequeñas cosas que cuando son muy pequeños se las reímos porque hace gracia que un niño haga esas cosas, podremos evitar que de mayor sea un vándalo. No erradicaremos el vandalismo y la destrucción de mobiliario urbano, ni evitaremos que haya ladrones, gamberros, o gente que pega a otros por cualquier motivo, pero sí que descenderá su número. Y eso se agradece. Porque, sinceramente, que a mi lado vayan adolescentes hablando a gritos, soltando más tacos por la boca que palabras pronuncian, y dando el espectáculo, o ver a niños haciendo el mono donde yo estoy, no me gusta, me desagrada, y me da pena que cada vez la educación brille más por su ausencia y que cada vez se pierda más el respeto por todo y por todos.

En fin, no sé qué pensareis vosotros, pero por si os sirve de ánimo, no en todos los sitios es igual. Cuando estuve en Vancouver, no os podéis ni imaginar la amabilidad, tranquilidad y educación que allí reinaba. Daba gusto estar allí, ir a comprar, ir en transporte público, entrar a cualquier lugar... Allí no había carteles de "Prohibido fumar". Directamente la gente no fumaba dentro de ningún local, ni siquiera en las discotecas. Y cruzaban por donde debían y cuando debían, y si hacías algo ilegal, la policía te paraba, no como aquí que se hacen los ciegos, sordos y mudos. ¿Sabíais que en Canadá dejan las puertas abiertas porque no suele haber robos en las casas? ¿Y sabéis que hay muchísimos menos asesinatos al cabo del año que en EEUU? Y eso que están uno al lado del otro, porque Vancouver está lindando con Seattle... Qué cosas, ¿verdad? Y aquí mientras, ya desde pequeños se comportan como he visto hace unas horas... Qué triste. ¿Alguien se muda a Vancouver conmigo? Jajajaja.

Bueno, aquí os dejo mi reflexión de hoy para que opinéis todo lo que queráis y más. Un beso y un saludo a todos, LJN.