Muy buenas noches a todos. Lamento incorporarme tan tarde pero he estado castigado, y no he podido hacerlo antes. Es un verdadero honor para mí estar en este blog, rodeado de grandes maestros y amigos. Lo único que me aflige es no poder estar a la altura del resto de participantes, pues yo soy el más joven e inexperto de todos los aquí presentes (catorce añitos tengo).
Dejémonos de peloteos y presentaciones, si queréis conocer algo más de mí por ahí están mis dos blogs, Inconformista hasta la muerte y El Blog del Suicida.
Por desgracia, hace poco he sufrido un fuerte desengaño amoroso, y en mí cabeza no hay lugar para otra cosa que no sea ese triste hecho. Así que no podrán disfrutar de una de mis habituales críticas destructivas y ácidas. En fin. Vamos a intentarlo:
La educación desde dentro.
Asisto perplejo desde hace un tiempo al debate sobre la educación en este nuestro desestimado país. Mientras unos y otros se dedican a discutir cosas estúpidas como la Educación para la Ciudadanía, las horas en castellano y catalán que tocan, las clases de religión, la educación privada y concertada y si hay que reconocer en el sistema educativo a los homosexuales como familias; se descuida lo que realmente importa.
He estado en institutos públicos y en uno privado, y hoy día curso mis estudios en un colegio concertado, de manera que conozco muy bien los distintos sistemas, y la verdad es que no hay mucha diferencia. El modelo a seguir son los chulos problemáticos, los vándalos, los maltratadores, los vacilones, los macarrillas, los proyectos de Neng y los imitadores de los Serrano. Y la verdad es que ser así es la única manera de que te presten atención. En lugar de centrar sus esfuerzos en los tres o cuatro alumnos aventajados e intentar inculcarles la sabiduría que anhelan; los profesores, jefes de estudios y directores de institutos se dedican a apoyar y ayudar a la escoria antisistema que he descrito arriba. ¡El sistema escolar se adapta a los alumnos, cuando debería ser al revés!
Puedo parecer extremista, pero es que es descorazonador estar en 3º ESO y estar dando lo que vimos en 1º porque a cuatro desgraciados no les dio la gana estudiarlo en el momento en que debieron hacerlo:
En lengua estamos con los sintagmas nominales (¡oooh!), en matemáticas con las ecuaciones de primer grado (¡ooooooh!) y inglés estamos viendo el pasado simple (¡¡OOOOOH!!). Comprenderán que yo me aburra con facilidad y me dedique a hacer el idiota. Soy joven e inconsciente, y los educadores tienen que saber aplacar mi sed de conocimientos. Y como mi nueva profesora de lengua está a punto de descubrir, es mejor estar a buenas conmigo, porque tener al listo de la clase, y especialmente a mí, en contra suya, no le va a ser un menester grato.
Todo esto empezó a ir mal, en mi opinión, en el momento en el que los maestros dejaron de serlo y se convirtieron en simples profesores. En el momento en el que quisieron ser vistos como uno más entre los alumnos y no como alguien que les guía hacia la verdad. En el momento en el que separar a los alumnos en clases según sus aptitudes quedaba poco progresista. En el momento en el que el maestro hubo de tratar con respeto al alumno, y no al revés.
Porque como estudiantes que somos, debemos recordar cual es nuestro lugar. Y los profesores deben recordar cual es el suyo.
Ramén*.
Como podéis ver, es un poco lioso y chapucero, pero últimamente no me puedo centrar. Esta primera impresión que he dado es deplorable. He escrito cosas mucho mejores.
Creo que no merezco estar aquí. En serio.
*Nosotros, los seguidores y adoradores del gran Monstruo Espagueti Volador, nos despedimos de esta guisa