miércoles, 5 de diciembre de 2007

Arrepentiros pecadores.

Acaban de darse a conocer los datos acerca de la implantación de la reforma del código penal para conductores. Así se revela que 154 personas han sido detenidas por revasar en exceso los límites de velocidad o conducir con una tasa de alcohol superior a un 0,60. 154 personas en dos días. 154 personas que pecaron de imprudencia sin saber de antemano lo que les acarrearía si le pillaba un coche de la Guardía Cívil, como así ocurrió.

Parece que estamos llegando a una especie de estado policial en nuestras carreteras. Una política que directamente culpa al conductor de todos los males, que extiende la sombra de la sospecha hasta nuestras cabezas. Para la DGT y el Gobierno los conductores somos una especie de oveja descarriada, de un ser sujeto a la tentación de poseer un coche potente con el que satisfacer nuestras necesidades de adrenalina. Todo esto parece sacado del Genesís, con una diferencia y es que los Dioses en este cuento son tiránicos y tienen los pies de barro. No obstante la espada de damocles pende sobre nuestras cabezas, a la espera de cometer el más mínimo error (errare humanum est). Y aquí estamos a la espera de más leyes perpetradas para límitar, límitar y límitar. Leyes perpetradas para llevarnos por el buen camino y así no tengamos más accidentes. Leyes impuestas para recaudar más y más ahora que esta tan de moda bajar los impuestos... Sólo que ocurre una cosa, ninguna de estas medidas ha surtido efecto. Algunos fines de semana hay más accidentes y otros menos, pero las cifras siguen siendo terroríficas, lejanas al número de siniestros previstos con la aplicación de estas medidas.

Después me hace gracia que el Estado no se multe así mismo por incompetencia, por no invertir casí nada en carreteras. No todo son construir tramos nuevos de autopistas o AVE con animo más electoralista que práctico, sino conservar lo que ya ahí. Por eso aun podemos viajar con nuestros vehículos por carreteras de segunda y tercera regional, por autopistas de circunvalación parcheadas (pero con radares, eso si), por autovias (con radares) en las que el asfalto no drena cuando llueven cuatro gotas y con pintura que no se ve. Así puedes ir un día por la noche conduciendo por la Autovia de Valencia en la provincia de Cuenca y si te llueve un poquito ya no ves ni por dónde vas. Las señales viarias pasan a confundirse con el asfalto a la luz de los faros, y es entonces cuando los carriles los tienes que delimitar "a ojo", buscar tu próxima salida por intuición...

También me hace gracía el ejemplo que dan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a nuestros conductores. Hace dos meses, A-3 a su paso por la provincia de Cuenca. Un todoterreno de tráfico de la Guardía Civil delante, nuestro velocimetro marcaba 140 Km/h. El todoterreno se iba, se iba, se iba... 160, 170... ¿Con que autoridad pueden parar luego un coche sin que les caiga la cara de vergüenza? Al igual pasa aquí en los tramos de via úrbana con dos carriles por sentido separados por una mediana. Velocidad máxima 50 kilometros por hora. Cualquier coche incluidos los de la polícía o la guardía cívil van a 70, 80, 90, 100... Y ahora son capaces de detenerte por ir a 110.

Esto sin hablar del mandamás en la DGT, el señor Pere Navarro que fué pillado "in fragantí" conduciendo por encima de los límites de velocidad. Hace muy poco estalló esta polémica, aunque también se culpo al chofer de Gallardón de conducir muy por encima de los límites permitidos. En este último caso, un poco cogido con pinzas ya que los políticos por razones de seguridad han de ir escoltados pudiendo rebasar límpiamente esos límites de 120 para una autovía por ejemplo.

Por otra parte no me parece mal un escarmiento a algunas de las personas que han sido detenidas. No me parece buena idea conducir con tasas de alcohol en sangre, y menos con tasas tan altas como las que han habido en algunos casos. Tampoco es del todo ético conducir con tu BMW deportivo a velocidades que superan por tanto los límites de velocidad y de seguiridad para los demás usuarios de la vía. Todo esto esta bien, aunque siendo tan estrictos en nada de tiempo España se queda sin carceles.

La cuestión no esta en castigar, sino en educar, pero claro, educar vale dinero (excepto cuando es para el aborregamiento colectivo como EPC) y con las multas se recauda...

Me dejé llevar.

No deja de tener su encanto pasear estos días por Madrid. Paseas tranquilamente por cualquier zona céntrica con la mano en los bolsillos mirando escaparates, buscando nexos de unión a esos días en que la mano que ahora llevas en los bolsillos agarraba fuertemente la de tu madre en un día no demasiado distinto. Sí, puede que sientas añoranza, que pienses en esos momentos en los que tan solo vivías de la ilusión, nunca de los problemas; pero de nuevo estas ahí, y aunque las sensaciones nunca sean las mismas, tan solo una pizca de lo que sentiste antes ahora te hace más féliz.

Puede que ahora resulte casí todo bastante más artificial, que nada resulte fácil y quizá te sientas más solo que antes, pero de todos modos siempre es bonito dejarte llevar por la marea de gente, sentir ese calor y ver esas luces que te recuerdan que es Navidad aunque en el fondo te recuerden que la Visa esta en tu bolsillo.

Es una rica mezcla de sabores y sinsabores, de pasado y futuro, de ilusión y de pena, de tí y de mí. Todo resulta claro y confuso, frio o calido, dulce o amargo, bueno o malo o divertido y aburrido. Todo es lo mismo y nada es igual. Ahí tienes Cortylandia. Un minuto por la zona y veremos que los jovenes padres lo pasan mejor que sus hijos.

¿Por qué en lo más profundo estamos tan tristes si es Navidad? Da igual que seas creyente o no, por muy ateo que pueda ser uno jamás de los jamases podrá inorar miles de años de cultura, cultura en la que esa persona se ha criado desde pequeño, cultura en la que se ha hecho ateo... Poco significado le queda posiblemente a la Navidad, los dulces son bastante amargos cuando pocas cosas son como quieres que sean. Piensas, pides que al menos sientas calor con los tuyos, pero incluso en esas ocasiones pequeñas paredes nos separan a los unos de los otros. Pensamos demasiado en nuestros problemas como para pensar en los de los demás. Aunque sea tu hermano.

Lo vives de la forma más hipócrita posible, de la forma más barriobajera. No dejándote llevar, buscando punta a todo. Nada sale como quieres y terminas amargándote y amargando a los demás. Sólo porque todo no es lo que parece, porque todo es la nada. La nada más absoluta.

No, no puedo, es llegar el mensaje de S.M. El Rey de España y ponerme malo. Ni siquiera el poder mojar pan en la mayonesa me distrae de esa frustración interior, esa carga que te saca de quicio y que no puedes impedir. Todo o nada. La nada o el todo.

Preguntas y respuestas, metáforas sin sentido, paralesismos y una prosa lamentable es lo único que tengo para decir que de nuevo esta ahí, que ya la tenemos encima. No, no quiero hablar de ello, no quiero volver a hablar de las compras o las devoluciones, de los regalos o las desgracias, de los grandes almacenes o el comercio minorista. Tan sólo quiero mirarme un día al espejo y encontrar una respuesta a ese simple y escueto ¿Por qué?

Porque sí.