viernes, 8 de febrero de 2008

yo y mi decepcion

A veces me pregunto que se les pasará a los políticos por la cabeza cada vez que están próximas unas elecciones. Escuchamos a diario propuestas de unos y otros en la televisión, en la radio, en los periódicos y en todas las fuentes de comunicación que puedan servir para llegar a una pequeña o a una gran parte de la población.
¿Pensarán realmente en esa población cuando hacen sus propuestas? ¿o simplemente piensan en los votos que puedan ganar para asegurarse un silloncito bien cómodo en el Congreso?
Son numerosas las teorías de sociólogos, politólogos, periodistas que pueden leerse sobre la baja participación y nuestra pasividad en aumento ante ese derecho democrático que todos tenemos y que se llama votar. Teorías que concluyen la mayoría en el mismo punto: la lejanía con la que vemos a nuestros políticos. Y yo creo que esas teorías tienen mucha razón.
En un país como Gran Bretaña, las circunscripciones donde se vota a los candidatos son reducidas, es decir, es pequeña la proporción de población que hay en esas circunscripciones y por lo tanto el candidato tiene que aproximarse más a la población si quiere un mayor número de votos. La verdad todo sea dicho que no estamos en Gran Bretaña para saber si esto es cierto o no y para notar la proximidad de esos candidatos, pero donde sí que es verdad que no la noto es en este país.
Nos encontramos por desgracia con cúpulas muy elitistas en los grandes partidos, cúpulas cerradas a las que solo unos pocos tienen el “privilegio” de acceder, lo que convierte a los partidos de hoy en día en grandes empresas. Y como buenas empresas tienen que elaborar un buen programa para saberse vender, un programa superficial, que muchas veces se queda muy lejos de lo que realmente necesita la población.
Todo se queda en un círculo cerrado cuya fórmula puede resumirse en: grandes partidos que ansían el poder, para conseguir ese poder necesitan votos, para conseguir muchos votos necesitan llegar a mucha población, por tanto elaboran programas políticos que pueden servir tanto para ti, como para los 50 mil habitantes que viven en tu municipio o en tu ciudad. Conclusión: la gente no ve reflejado sus problemas reales en esos programas y al final les da igual votar o no votar, porque sus expectativas de conseguir algo se han reducido a un 1%.
Esas mismas teorías de las que hablaba antes centran sus soluciones en la población, en animar a la población a que vaya a votar. Pero yo no las centraría ahí, las centraría en las manos de los partidos que pueden hacer cambiar esto. Porque son ellos y solo ellos los que pueden animar a la población a votar. Estoy harta, aunque creo que es un sentimiento general, de escuchar propuestas baratas a diario, de leer controversias estúpidas por quien va a plantar mas arboles o quien no; harta de escuchar a los políticos discutir sobre si el paro ha subido o ha bajado o se mantiene igual.
Queremos soluciones reales, soluciones que nos lleguen a todos, que nos hagan ver que realmente nuestro voto ha servido de algo, que se plasmen materialmente en nuestro día a día. Porque la soberanía es nuestra, es del pueblo, no de los partidos. Aun así yo el día 9 iré a votar, pero con la esperanza de que esto cambie de una vez por todas. Ojalá algún día, escritos como este y como el de muchas otras personas sean escuchados por aquellos que pueden hacer recuperar la esperanza en la gente.