Úbeda

Todavía no me he recuperado del viaje. Este fin de semana he tenido la oportunidad de visitar Úbeda, Ciudad Patrimonio de la UNESCO desde el año 2003. Se trata de una ciudad poderosa, con un ambiente que te envuelve y no te deja escapar. Sin saber porqué sientes que estas visitando media historia de Europa en 500 metros. Úbeda se trata de una villa renacentista, curiosa mención en un país dominado claramente por el arte gótico del centro de España, el Románico del norte y el arabe del sur, aspectos que una vez más nos demuestran que somos el producto de varias culturas. El trazado no resulta del todo caótico, como se puede esperar en otras villas con un trazado netamente medieval, es más, resulta caóticamente ordenado. Sin saber cómo, llegas a los distintos lugares que dan identidad a esta ciudad, a esos edificios de impresionante aspecto que te observan sin piedad, y a esas callejuelas que echan de menos las monturas y los edictos del emperador de un vasto imperio.

Lucy Snowe caminaba a mi lado, no mostrándome esos edificios que arquitectonicamente puedan tener un mayor valor técnico - artístico, sino aquellos que a su corazón más le decían. Porque Úbeda te habla, te enseña un pasado excepcional de un país en decadencia, te acoge en un ambiente tranquilo sin el bullicio que podrías encontrar en decenas de ciudades mucho menos interesantes bajo mi punto de vista y te hace sentir parte de ella sin haberla pisado antes. Pero la pisé, y aquí estoy intentando dilucidar la huella que esta visita dejó en mí.

Úbeda no vive anclada en el pasado, es un núcleo comercial dentro de su comarca. Grandes firmas han dispuesto sus escaparates en esta ciudad sin que esta no pierda ni un apice de su identidad. Me refiero a que pese a ser una ciudad importante en su comarca, es una ciudad histórica, es una ciudad tranquila.Especialmente me llamó la atención ese equilibrio existente entre pasado, presente y futuro. Había tiendas de todos los gustos, para todas las personas, pero al tiempo se trataba de un lugar que ha visto pasar el tiempo y no renunciaba a sus señas de identidad. Eso constrastaba con la locura que vivo cada vez que vuelvo a Madrid, lugar en donde se te mide segun de que firma utilices las bolsas para llevar los libro o las carpetas al puesto de trabajo.

Y es que la historia de este país se abarca más allá de 1936, y hubo un tiempo en que las personas no se dividían en ser del PP o del PSOE. Una época, no del todo alabable, obviamente, pero cuanto menos era un tiempo en que se promovían las artes y fruto de esa época a caballo entre los reinados de Carlos I y Felipe II nos quedan algunas maravillas como las que ofrece esta villa observada por los altos picos de la cordillera penibética.

Turísticamente ha sido uno de los viajes más interesantes de mi vida, y aunque me han quedado millares de cosas por ver y decenas de pórticos que ver detenidamente, Úbeda impresiona y apasiona. Lucy Snowe me comentó una pequeña añoranza con Úbeda y yo la comprendí, y es que pese a no pertenecer a allí, te sientes parte de ella. Quiero decir, que en ningún momento me sentí lejos de mi casa, me sentí practicamente como si no hubiese salido del portal.

Murray