miércoles, 5 de diciembre de 2007

Me dejé llevar.

No deja de tener su encanto pasear estos días por Madrid. Paseas tranquilamente por cualquier zona céntrica con la mano en los bolsillos mirando escaparates, buscando nexos de unión a esos días en que la mano que ahora llevas en los bolsillos agarraba fuertemente la de tu madre en un día no demasiado distinto. Sí, puede que sientas añoranza, que pienses en esos momentos en los que tan solo vivías de la ilusión, nunca de los problemas; pero de nuevo estas ahí, y aunque las sensaciones nunca sean las mismas, tan solo una pizca de lo que sentiste antes ahora te hace más féliz.

Puede que ahora resulte casí todo bastante más artificial, que nada resulte fácil y quizá te sientas más solo que antes, pero de todos modos siempre es bonito dejarte llevar por la marea de gente, sentir ese calor y ver esas luces que te recuerdan que es Navidad aunque en el fondo te recuerden que la Visa esta en tu bolsillo.

Es una rica mezcla de sabores y sinsabores, de pasado y futuro, de ilusión y de pena, de tí y de mí. Todo resulta claro y confuso, frio o calido, dulce o amargo, bueno o malo o divertido y aburrido. Todo es lo mismo y nada es igual. Ahí tienes Cortylandia. Un minuto por la zona y veremos que los jovenes padres lo pasan mejor que sus hijos.

¿Por qué en lo más profundo estamos tan tristes si es Navidad? Da igual que seas creyente o no, por muy ateo que pueda ser uno jamás de los jamases podrá inorar miles de años de cultura, cultura en la que esa persona se ha criado desde pequeño, cultura en la que se ha hecho ateo... Poco significado le queda posiblemente a la Navidad, los dulces son bastante amargos cuando pocas cosas son como quieres que sean. Piensas, pides que al menos sientas calor con los tuyos, pero incluso en esas ocasiones pequeñas paredes nos separan a los unos de los otros. Pensamos demasiado en nuestros problemas como para pensar en los de los demás. Aunque sea tu hermano.

Lo vives de la forma más hipócrita posible, de la forma más barriobajera. No dejándote llevar, buscando punta a todo. Nada sale como quieres y terminas amargándote y amargando a los demás. Sólo porque todo no es lo que parece, porque todo es la nada. La nada más absoluta.

No, no puedo, es llegar el mensaje de S.M. El Rey de España y ponerme malo. Ni siquiera el poder mojar pan en la mayonesa me distrae de esa frustración interior, esa carga que te saca de quicio y que no puedes impedir. Todo o nada. La nada o el todo.

Preguntas y respuestas, metáforas sin sentido, paralesismos y una prosa lamentable es lo único que tengo para decir que de nuevo esta ahí, que ya la tenemos encima. No, no quiero hablar de ello, no quiero volver a hablar de las compras o las devoluciones, de los regalos o las desgracias, de los grandes almacenes o el comercio minorista. Tan sólo quiero mirarme un día al espejo y encontrar una respuesta a ese simple y escueto ¿Por qué?

Porque sí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lástima que el "por que sí" no reconforte. Al menos a mí, nunca lo ha hecho.

Luzdegas.

Anónimo dijo...

Ni a mí tampoco, me deja igual. El por qué si lo he dicho con animo de decir "ahora te jodes". ¿Es Navidad? ¿Qué esperabas? ¿A Papá Noel vestido de rojo Coca Cola comiendo cordero contigo?