martes, 19 de febrero de 2008

No podemos cambiar el mundo. Entonces, ¿para qué preocuparnos?

Son ganas de molestar. Ya no hay causas perdidas por las que luchar. Ni podemos rebelarnos contra nada. Somos como marionetitas en las manitas del sistema. Todos. Hasta los antifascistas que se creen muy independientes y luego cenan en Mc Donalds. Cambian como mucho los gobernates, pero la historia vuelve a ser la misma. Todos compramos, vemos la tele y vivimos en un mundo feliz.

Y joder, no está tan mal.

Peor se vivía hace 100 años. Y hace 30.

Total, es sacrificar libertad por felicidad. Como en la Alemania Nazi.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Tal vez sea por mi juventud, o por mi escasa sabiduria de la vida. Tal vez sea por mi ignorancia o simplemente por mi rebeldia, pero creo que no todo está perdido, que hay cosas por las que luchar, que hay cosas que merecen la pena,
Te puede gustar comprar, te puede gustar ver la tele o juagr como un cosaco a la play pero también deberia gustarnos LUCHAR.

Anónimo dijo...

Yo soy un luchador nato... JEJEJE... No se. ¿Por qué hemos de luchar? ¿Contra quien? Al final nuestro poder es infimo al lado del que desarrollan las grandes corporaciones internacionales para hacernos caminar en un determinado sentido. Si, me gustaría ser como Tyler Durden, pero de momento solo soy Jack.

Anónimo dijo...

¿Luchar por qué? ¿Contra qué?
¿Cómo? ¿Con qué?

No se puede hacer nada. Seguimos sin ser dueños de nuestro destino, pero al menos tenemos una falsa libertad.

¿Te da un coche libertad? No, pues solo puedes ir por las carreteras que ELLOS PONEN. La libertad es relativa. Esto lo decía José Luis Sampedro, en su Monte Sinaí. Y es verdad, joder.

Fou Luz dijo...

Creo que todos estamos cayendo en un pequeño error.

En el momento que alcanzamos cierta madurez intelectual podemos saber, casi a ciencia cierta, si nosotros, únicos, individuales, tendremos capacidad de hacer algo por cambiar el mundo, o bien tener las dotes de liderazgo necesarias para ser los promotores de un movimiento que propicie el cambio. Debemos conformarnos con procurar que al menos funcionen bien las cosas que nos afecten dentro de nuestra esfera de acción, pero para correr el riesgo de extralimitarse a esa esfera se requieren ciertos "apoyos" que, seamos francos, no tenemos ninguno.

No sé si hablo por todos aquí, pero desde luego yo ya intenté algo por el estilo... y el tiro me salió por la culata.

Así que, yo voy un poco más allá de la opinión de El suicida, ya que creo que el paso más lógico es la evolución y no la conformidad. Es decir, no creo necesaria la lucha, sino la forma de aprovecharte de la sociedad, sin renunciar a tu capacidad para reconocer que lo que nos rodea es una castaña pilonga.

Yo creo en la Selección Natural, sólo que en los tiempos que corren, no avanzan los más fuertes, ni los más inteligentes, sino los más capaces de adaptarse, al menos de cara a la sociedad.

Lo mejor es que se "maten" entre todos y luego pasar a recoger el trofeo sin pringarte las manos.

Así lo veo yo, quedan pocos seres humanos que considere a la altura como para luchar por ellos.

Aunque también os digo otra cosa: si apareciera un líder con el karma suficiente para arrastrar a las masas y con un proyecto mejor que el que nos propone el panorama político actual, yo ofrecería mis servicios gustoso.

Salu2, Fou Luz.

Anónimo dijo...

El problema es que yo no creo en el colectivismo, creo que la turba es más peligrosa que nada.

Y muy flipado tienes que estar para pensar que tú solito puedes cambiar el mundo.

Así que yo, como idea de vida tengo tratar de mejorar lo máximo posible MI mundo (no digo le mundo, digo mi mundo. El entorno que me rodea. Lo demás, después) pero sin angustiarme. Que se consigue, bien. Y si no, pues se ha intentado.

Anónimo dijo...

No creo que haya mucho que ver entre tus ideales políticos y el sitio en el que comes cuando sales del cine.
Y lo de luchar, aunque no sea en el sentido más físico de la palabra; puede realizarse de forma personal, interior, informándote del por qué de las cosas y rechazando las que creas convenientes.
No estamos hablando de tomar la moncloa, pero sólo creando tus propias ideas estás empezando una revolución personal a la que la mayoría ni se acercan.
Y después puedes comerte una hamburguesa donde te salga de los huevos, y eso no va a cambiar nada.